O como la
derecha convirtió la estupidez y el ser retrógrado en arma
política.
Escribo este
artículo, a raíz de que hoy estando en clase de psicología, hemos
realizado un ejercicio en el que se nos pedía imaginar que un día
nos levantamos y habíamos cambiado de sexo. Es decir, tenía que
escribir una redacción sobre como cambiaría mi vida si un día me
levantase siendo mujer, tras unos instantes de risas y bromas por
parte de toda la clase, nos hemos dispuesto nerviosos a realizar la
actividad. Digo nerviosos, porque a esta edad la mayoría tememos
equivocarnos al expresarnos y parecer lo que no somos a los demás o
incluso ofenderles, así que prácticamente todos hemos optado por la
opción fácil de utilizar tópicos no hirientes a la hora de
imaginarnos dicha situación.
Esto es lo
normal, es la actitud racional que se tiene cuando uno se preocupa de
lo que dice y lo que escribe, cuando realmente le importa lo que
piense la gente, luego hay gente como el señor Cañete quién
queriendo justificar el resultado de un debate, acaba demostrando,
que a él el feminismo le suena lejano como una moda de esas que
llegan y se van a los pocos años. Para personas como él, ser
feminista es dejar pasar a las mujeres primero, ceder el asiento como
un caballero y llevarle flores a pesar de que sus amigotes le llamen
afeminado por ello, para personas así ser feminista es cocinar una
vez a la semana para alegrarle el día a su mujer. Pero paremos ahí,
no querrá ir más allá, porque él no es feminista, es tan sólo un
machista educado. Es de esos que les suena raro que las mujeres
estudien (a menos que se aburran de estudiar 2 carreras como le pasó
a Elena Valenciano, gran frase para solidarizarse con los estudiantes
de este país), que ocupen cargos de verdadera importancia y que
desde luego no concibe que dos mujeres críen a su propio hijo como
una familia más.
Contra esto
debemos luchar, es necesario que nuestra sociedad avance, que se le
dé los mismo derechos tanto a hombres y a mujeres, que todos
tengamos las mismas oportunidades vengamos de dónde vengamos y
seamos como seamos. Quizás de esa manera, sería posible que
personas como el citado candidato aceptasen que si pierden un debate
contra alguien del genero opuesto, es porque ha perdido, no porque se
ha dejado ganar para “No parecer machista”. Porque dudo que
alguien que piense como él llegue a demostrar ninguna superioridad
intelectual por mucho que la otra candidata, por desgracia, tampoco
se lo pusiera muy difícil.
Pablo
Salud y
República
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